"Cuando llegó, la casa adquirió otro color. Eduardo Acevedo quinientos treinta, en Caballito, pero sólo por un rato. Después fue el departamento de Río de Janeiro, después Neuquén y después todo lo demás. Yo no tenía más de cinco años y sabía que una luz la iba a rodear siempre. Y siempre vivió a la sombra de su propio brillo, pero sabiendo que el día que lo desee, podrá descorrer su velo mágico para hacer que el mundo conozca sus encantos. Tan sólo espero que ese día llegue pronto." P.d Alvarez